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El ambiente previo en Jameos del Agua era el de las grandes ocasiones. Y lo cierto es que hora y media de concierto después, se confirmaron todos los pronósticos: fue una gran noche. El cantante cubano Pancho Céspedes se metió en el bolsillo al público que ocupó la totalidad del aforo del tubo volcánico transformado por César Manrique con una sucesión de temas con los que repasó su larga trayectoria artística al más alto nivel.

Su prodigiosa voz, más madura y profunda, y su cercanía y calidez sirvieron para crear una atmósfera única, de esas que se dan de vez en cuando en ese mágico espacio, que llegó a su máxima expresión cuando sonaron los primeros acordes de su eterna “Vida loca”, preludio de los bises que le regaló al público.

Pancho Céspedes hizo un repaso de sus grandes éxitos y salpicó la noche de anécdotas y situaciones vividas a lo largo de sus más de tres décadas sobre los escenarios. Pero, más importante aún, Céspedes fue protagonista de una noche mágica demostrando que es uno de los grandes de la música latinoamericana contemporánea.